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En este libro el autor analiza el ascenso de la industria petrolera y las múltiples formas en que los intereses de las empresa extranjeras se entrecruzaron con los intereses de las clases emergentes en Venezuela. De esta forma los sectores empleados en la industria concibieron un interés de clase y un concepto de participación de la ciudadanía que dependía del éxito de la industria petrolera.
La confluencia entre poder y cultura queda claro en un emergente estilo de vida “moderno” que tenía como premisa las prácticas diarias, y las lealtades intrínsecas que fomentaba la industria petrolera en sus campos residenciales. El argumento básico de este libro es que la industria petrolera en Venezuela no funcionó como un aislado enclave de la economía de exportación, sino que ejerció una amplia influencia sobre la formación de valores políticos y sociales evidentes entre trabajadores, intelectuales y miembros de la clase media.